La entrevista de Pedro Rosemblat a Gustavo Cordera en el programa 'Gelatina' generó una fuerte controversia, desatando un torbellino de reacciones en redes sociales y entre sectores feministas. Rosemblat, ante la ola de críticas, realizó un descargo público, admitiendo una posible 'condescendencia' durante la conversación con el ex líder de Bersuit Vergarabat.
Autocrítica y Derecho a la Palabra
Rosemblat se preguntó si el error fue realizar la entrevista o la forma en que la condujo. Defendió el derecho a la palabra de Cordera, pero reconoció que su rol como entrevistador pudo haber sido permisivo. 'Si me dicen ‘che, Pepe, estuviste muy condescendiente en esa nota’. Te digo ‘tenés razón, es cierto’', admitió.
El conductor explicó que su conexión personal con la música de Bersuit y la diferencia en cómo las declaraciones de Cordera impactan a hombres y mujeres influyeron en su actitud. 'Hay cosas que no se me juegan que se le juegan a las mujeres en el cuerpo cuando escuchan a una persona que dijo eso, que efectivamente a mí no me pasa', reflexionó.
La Perspectiva de Cordera
Cordera, por su parte, utilizó el espacio para reflexionar sobre el proceso de cancelación que vivió tras sus declaraciones misóginas en 2016. Describió este período como un tiempo de introspección forzada.
El Origen de la Entrevista
Según Rosemblat, la entrevista surgió a partir de un llamado telefónico de Cordera, quien expresó su descontento con el uso de sus canciones en los jingles del programa. 'Cordera nos llamó por teléfono y nos dijo que estaba descontento, nos expresó sus diferencias con el sentido que tomaron sus canciones en nuestros contenidos y nos pidió conversarlo al aire', relató Rosemblat.
Voces Encontradas
Rosemblat reconoció que la decisión de entrevistar a Cordera generó debate interno en el equipo de 'Gelatina'. 'Hubo voces que me dijeron ‘no tenés que hacerlo’', reveló. Sin embargo, justificó la entrevista argumentando que 'anular algunas palabras o discursos de personas o de sectores está bastante alejado a la búsqueda que tenemos nosotros'.
En resumen, la entrevista a Gustavo Cordera desató una polémica que llevó a Pedro Rosemblat a una profunda autocrítica sobre su rol como entrevistador y a una reflexión sobre los límites del debate público.