La decisión del gobierno chileno, liderado por Gabriel Boric, de retirar a sus agregados militares de la embajada en Tel Aviv, Israel, ha generado controversia y debate en el ámbito político y social. La medida, tomada en respuesta a la reciente ofensiva en Gaza, ha sido interpretada por algunos como una señal de protesta ante la situación humanitaria, mientras que otros la consideran una decisión ideologizada que perjudica las relaciones bilaterales.
Críticas desde la oposición y la Comunidad Judía
La Comunidad Judía de Chile expresó su preocupación a través de un comunicado en X, calificando la medida como "un nuevo paso en el progresivo deterioro" de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Argumentan que la decisión no responde a una política exterior seria y coherente, sino a una acción ideologizada que ignora los intereses estratégicos de Chile y debilita la cooperación internacional.
También manifestaron su inquietud por la posible indefensión consular en la que podrían quedar los más de 10.000 chilenos residentes en Israel. Enfatizaron la importancia de mantener una política exterior basada en la responsabilidad, el equilibrio y la consistencia, especialmente en un contexto global donde se buscan soluciones pacíficas a los conflictos.
El contexto humanitario en Gaza
La decisión de Boric se produce en un contexto de creciente preocupación por la situación humanitaria en Gaza. Organizaciones internacionales han denunciado las graves consecuencias de la ofensiva, incluyendo un elevado número de víctimas civiles, la destrucción de infraestructura y la escasez de recursos básicos.
El gobierno chileno, a través de diferentes instancias, ha expresado su preocupación por la crisis en Gaza y ha llamado a un cese al fuego y al respeto del derecho internacional humanitario.
¿Un quiebre en las relaciones bilaterales?
Aunque el gobierno chileno ha intentado minimizar el impacto de la medida, los críticos advierten sobre un posible deterioro en las relaciones bilaterales con Israel. La retirada de los agregados militares podría interpretarse como una señal de distanciamiento y podría afectar la cooperación en áreas como seguridad, defensa e inteligencia.
Sin embargo, el gobierno sostiene que la decisión no implica un quiebre en las relaciones diplomáticas y que Chile seguirá buscando canales de diálogo para promover una solución pacífica y justa al conflicto en Medio Oriente. La situación sigue en desarrollo y habrá que observar cómo evoluciona la relación entre Chile e Israel en los próximos meses.